ANSORENA SUBASTA 430 18, 19 Y 20 DE JULIO
ANSORENA 160 S ubasta 430 638 ONOFRE FALCÓ (A ctivo en V alencia entre 1536 y 1560) “Retablo del Ecce-Homo” Óleo sobre tabla. Bibliografía de referencia: - Gómez Frechina, J., “Onofre Falcó, a Spanish Renaissance master”, en Colnaghi Studies, Journal - 03, oct. 2018, pp. 179-200. Este retablo inédito, por sus características formales y técnicas, puede atribuirse sin ningún tipo de reservas al pintor Onofré Falcó, una de las figuras más relevantes de la pintura valenciana del siglo XVI. Falcó desempeñó en la ciudad de Valencia los cargos de pintor de la Generalitat y de la Ciudad y su taller abasteció a un buen número de parroquias y conventos en todo el Reino. Sus obras más conocidas son las pinturas que realizó para el retablo mayor de la parroquia de San Esteban de Valencia, encargo compartido, o, mejor dicho, concluido, por Juan de Juanes. Éstas, realizadas hacia 1560, muestran el estilo más evolucionado del pintor y se conservan en el referido templo y en el Museo Nacional del Prado en el que se encuentra la de “San Esteban ordenado como diácono”. Dividido en tres espacios perfectamente diferenciados, muestra en el central a la imagen titular del retablo: el Ecce-Homo, coronado de espinas y con las manos atadas por una cuerda. Porta la vara y detrás puede contemplarse la columna en la que fue flagelado, situada en el espacio interior de una exedra. Esta figura de Cristo repite el mismo modelo que Falcó empleó en la predela del retablo del Calvario, de la parroquia de Estivella, y posee, también, sus típicas y habituales potencias flordelisadas. A diferencia del modelo citado, mucho más arcaico, el pintor presen- ta aquí uno más evolucionado con un perfecto estudio anatómico, en el que demuestra un gran magisterio a la hora de realizar los volúmenes con el efecto conseguido por el manto que, dejado caer sobre el hombro, permite la contemplación de la musculatura del brazo. Acompañan al Ecce-Homo san Juan Bautista, en el lado izquierdo, y san Jerónimo, en el derecho, ambos representados de cuerpo entero e inmersos en sendos paisajes, aunque la prolongación arquitectónica de la exedra que figura sobre la imagen titular los aúna e integra dentro de una misma composición. De nuevo en el san Jerónimo encontramos un buen estudio anatómico y podemos ver algunos rasgos característicos de Falcó, como el nimbo doble de dos aros o su característica forma de presentar los pies de frente, como si estuvieran aplastados. En el Bautista contemplamos los mismos rasgos, pero es evidente la deuda formal con el modelo que creó Tiziano que, sin duda alguna, el pintor conoció a través de una estampa; un dato que permite fijar la ejecución de la pintura en la última etapa de su producción. Completan la lectura de la obra tres inscripciones en latín en letras capitales que aparecen insertas en tres tarjas de estilo renacentista; un recurso que Falcó utilizó en otras obras como en la desaparecida “Virgen de Montserrat con donantes” de la parroquia de Quart de Poblet. La primera, de izquierda a derecha “Inter natos mulierum non surrexit maior” refiriéndose a las palabras dedicadas al Bautista en el evangelio de San Mateo: “Entre los nacidos de mujer, no surgió nadie mayor que Juan el Bautista” (Mt. 11, 11). La central “vere languores no[s]tros ipse tulit” aluden a la imagen titular del Cristo Redentor sufriente: “En verdad nuestras dolencias Él las llevó” (Is. 53, 4). Por último, la del “Ecce qui Christi decoravit aulam”: “He aquí el que adornó el salón de Cristo”, se refiere a las primeras palabras del himno de san Jerónimo. Medidas: 112,5 x 96,5 cm. Salida: 13.000 €
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